¿Eras
tú la boina gris
de aquel poeta?
¿Eras
tú la diva
que quería ir al cielo
pero no quería morir?
El
tiempo es un espejismo indeterminado.
Te
contemplo aún más radiante.
¿Eras
tú así? O es cosa mía.
Me
acosté con tu servilleta
dedicada
bajo la almohada.
Amanecí
impregnado de ti,
tu
aroma y tu pena.
¿Eras
tú la mirada infinita
de la belleza ?
¿Eras
tú el santuario en el
camino de mis monjes?
Mala
idea confiar en el amor sin vacilar.
Nos
volvimos viejos y gandules.
Me
retiré a un huerto
Cultivando
mi libertad
me
hice agricultor de la insurrección
Tu
eras la mujer de piernas tangentes
la
de la boca de ciruela, ¿verdad?
Viajaste
a América, norte y sur
Me
has traído un recado:
“¡Dispara,
idiota!”
Creo
en el sexo zafio
en
el dios misericordioso
en
ti y en mi
¿Eras
tu aquella niña
morena y ágil de Neruda?
¿Eras
tú la Jarifa de Espronceda?
Sí,
siempre te encantaron las orgías.
Tu
eras la gitana
de
la generación del 27,
la
ventana del edén
donde
el numen
toma
forma de flor
A
mí no me confundes.
He
sido el polizón
de
tus sueños más profundos,
la
vagina de tus noches más salvajes
Por
eso lloro, lloro, lloro.
Éramos
ceniza al viento,
Un
día soleado, y la noche más cerrada
Un
cuerpo de mujer
con
alma de hombre, tu
y
cuerpo de hombre
con
alma de mujer, yo.
¿Qué
queda de mí en ti?
No
hables, conozco tu vocabulario
Muestramelo
con tatuajes
¿Eras
tú la que dice la gente
que ahora eres formal?
¿Eras
tú aquella camarera del Titanic?
¿O
la mujer del ascensor del Chelsea Hotel?
No
se, te veo tan joven y tan bella
Tan
cansada y tan triste
Que
mis versos no me gustan
Del
todo a mis poemas
¿Tan
hundida estás?
Es
una tarde marrón
Encendamos
unas velas
Perfumemos
el peste
de
las ideas quemadas.
Mi
espíritu remolón
y
tus manos laboriosas
Yo
con tu guitarra
y
tu con mi flauta
No
somos más.
Todo
se simplifica a este acto
hoy
y siempre
No
nos queda argumento, ni guion
Nuestros
cuerpos inmateriales
han
sido prostituidos en demasía
Es
el precio de la brillantez
Buscando
calor y recuerdos
entre
tus nalgas y pechos
No
más besos proscritos
en
nuestras vidas.
Caminamos,
al fin,
descalzos
hacia el altar de la eternidad
y
juntos.
Tu
exorbitante belleza en mis pupilas
mis
manos recorriendo
tu
aura de celeste fuerte.
Tras
innumerables caos en nuestras vidas
la
piel se confunde con el asfalto,
nuestros
corazones atrofiados
se
compadecen mutuamente
¿Eras
tú la mujer de tan alta alcurnia
que no conocía hombres, sólo nombres?
¿Eras
tú la loba devoradora
de mis mejores amigos?
¡Por
favor!
Dime
que sí.